Leonardo - Capítulo 20
"Mientras mayor la multitud, mejor es la oportunidad de encontrar el objetivo perfecto. Y es fácil perderse en una multitud. Eso va para la víctima y para el culpable."
Parte 1
Habían pasado unos días desde el funeral de Jean-Paul.
(Ya. Ese es el último de la vajilla de plata)
Estaba limpiando el salón comedor después del almuerzo.
El único sonido era el tic tac
de mi reloj de pulsera.
(El tiempo nunca se detiene, ¿no es así?)
Para mí, el tiempo estaba acompasando hacia lo que parecía una
conclusión inevitable.
MC: ¿Entonces
he viajado por el tiempo?
Saint-Germain: Hay una
frase que se usa en japonés. ¿La recuerdas, Sebastian?
Sebastian: Sí. Le
llamamos un “desliz de tiempo”.
MC: Es
verdad. Así es como le llamamos, pero eso no importa justo ahora.
Saint-Germain: Esa
puerta conecta a ambos, pasado y presente. La usaste para viajar aquí, al
pasado. Puede que hayas leído o visto historias sobre viajes en el tiempo—Pero
en mi experiencia, no es una vivencia ni simple ni de todos los días. Los
viajes en el tiempo tienen reglas muy particulares. En este caso, no puedes
regresar por el mes siguiente.
MC: ¿Cuándo
toda la arena en el reloj caiga?
Saint-Germain: Sí.
Cuando llegue ese momento, tú o yo podríamos abrir la puerta.
(La puerta debería abrirse en unos cuantos días)
Hace unas pocas semanas, hubiera estado encantada con esa idea. Ahora,
estaba intimidada con qué tan rápido el día se estaba aproximando.
Irme significaba no volver a ver a Leonardo. No haber reconocido cómo
nos sentíamos.
(Debería usar este tiempo para— ¿para hacer qué, exactamente?)
Leonardo sólo quería que fuera feliz. Así que no me convertiría en un
vampiro.
Y yo no quería romper más su corazón, así que no le pediría a le Comte
que me convirtiera en uno.
(Además, Leonardo espera que sea más feliz de vuelta en mi tiempo
original)
Parte 2
Leonardo: …no es
tu destino amar a alguien que sólo te hará llorar. Necesitas encontrar a
alguien que llenará tu vida de alegría. Que realmente te hará sonreír.
MC: Leonardo,
eso es—
Leonardo: No me
pidas convertirte en un vampiro. Por favor… Nunca me pidas eso de nuevo…
Aun podía escuchar la tristeza en su voz.
(Si fuera más terca, quizás, o más ingenua, le habría rogado hasta
salirme con la mía. Tirar todo lo que tenía y escoger este mundo, y Leonardo,
sin arrepentimiento)
Pero no era la impulsiva niña que alguna vez había sido.
(Incluso si ser una adulta significa aceptar que lo correcto para
nosotros es decir adiós, y—Y… ¡oww! ¡¿Pero qué--?!)
Theodorus:
Oi, Knabbeltje!
MC: ¡¿T-Theo?!
Theo se encontraba apretando mi mejilla. Con fuerza.
Theodorus:
Te llevó bastante notarme. Tienes hasta la cuenta de tres para traerme
algo para beber. Ve.
Me soltó y se deslizó a una silla.
Theodorus:
Uno… Dos…
MC: ¡¿En
serio?!
(¿Dónde está el rouge?
¡Ahí!)
Capté la licorera en el carrito y la puse frente a él.
MC: Aquí
tienes.
Theodorus:
Dos punto nueve nueve. Pasaste.
MC: …Estoy
tan emocionada.
Theodorus:
No suenas entusiasta.
(Tú, señor, eres el demonio)
Bajo mis refunfuños, me pareció escuchar a Theo murmurar suavemente.
Theodorus:
Para alguien con el cerebro tan blando, estás pensando en esto
demasiado.
MC: Me
acabas de llamar—oh, no importa. ¿A qué te refieres, con que estoy pensando
demasiado?
Parte 3
Theodorus:
La decisión de quedarte o irte. Eso tiene que ser en lo que estás
pensando.
MC: ¿Cómo
supiste?
Theodorus:
Tu reloj. Estabas contemplándolo.
(Si hay un cumplido que puedo decir de Theo, es que no se le escapan
los detalles)
Podía ser rudo y aun así sensible a las emociones de aquellos a su
alrededor.
Theodorus:
Oi, Knabbeltje!
MC: …¿Qué?
Theodorus:
Sigue pensando. Asegúrate de considerar cuidadosamente antes de
decidir.
Theo giró la garrafa de Rouge
en la luz, sus ojos concentrados en el líquido sangriento.
Theodorus:
La gente siempre va a reflexionar en sus decisiones y a arrepentirse.
“Debería haber dicho esto”, “Debería haber hecho eso”, “Debería haberlos
detenido antes de que llegara tan lejos…” Incluso si estaban siendo lógicos
cuando tomaron su decisión, aun así se arrepienten.
(¿Theo…? Sus manos están temblando)
Sus dedos se curvaron alrededor de la garrafa lentamente, sus cejas
juntas con enojo, ojos oscuros con tristeza.
Theodorus:
No elijas sólo basado en lo que crees que es correcto. Si decides de
ese modo, no sólo te arrepentirás de tu decisión, terminarás culpándote
también.
Eran palabras sin tapujos, pero escuché la intención de empuje en
ellas.
Tomé el mensaje de corazón.
MC: Vienes
aquí, me dices que estoy pensando demasiado, ¿y luego me dices que necesito
pensarlo más? ¿Ahora quién tiene blando el cerebro?... Por cierto, gracias,
Theo.
Él asintió.
MC: Seguiré
pensando en ello.
(No importa qué conclusión nos espere, no le daré la espalda a
Leonardo. Debe estar tomando su decisión, también. Pero me temo que la suya
terminará en soledad)
Noté entonces que Theo estaba sonriendo.
Theodorus:
Bueno, cuando vi esa expresión vacilante en tu rostro, no pude evitar
decir algo.
MC: ¡Disculpa,
pero yo no tenía esa expresión!
Theodorus:
Mi error. Debe ser tu cara normal entonces.
Nos lanzamos una sonrisa.
Arthur: Por los
mil rayos, qué encantador pequeño dúo tenemos aquí. ¿Les importa si me uno?
Parte 4
MC: Arthur.
Theodorus:
Estás delirando. Ve a un doctor. Trata de encontrar uno mejor de lo
que tú eras—no debería ser difícil.
Arthur: Pero
Theo, he buscado, y he buscado y no hay uno mejor parecido, me temo.
Escuché su intercambio un momento antes de recordar que tenía tareas.
MC: ¡Se
supone que vaya de compras para la cena!
Theodorus:
¿La comida va a comprar comida? Sólo asegúrate de ir con alguien o
podrías encontrarte con problemas.
MC: ¡Sí, sí,
preocupón! Me advirtieron sobre la ciudad múltiples veces en mi primera noche.
Theodorus:
No estoy hablando de las típicas escorias. ¿No has escuchado lo que
está pasando?
Arthur: Por
supuesto que no. La policía no ha liberado la información a los periódicos.
MC: ¿A qué
te refieres? ¿Qué está pasando?
Arthur: Theo y
yo frecuentamos un pub[1] que resulta
ser un excelente sitio para escuchar historias que no quieren que el público
sepa aún. En este caso, una serie de secuestros.
MC: ¿Alguien
ha estado secuestrando gente?
Arthur: Específicamente,
dulces pajaritas como tú.
MC: ¿Mujeres,
como yo?
Theodorus:
Arthur, sólo dile, ¿quieres?... Han sido parejas que han sido
secuestradas. Todos adultos. Un hombre y una mujer, cada vez.
MC: ¿Qué les
pasó?
Theodorus:
Nadie sabe. No han encontrado a ninguna de las víctimas todavía. Sin
embargo, el panorama no es bueno.
Arthur: La falta
de información es seguramente la razón por la que nada ha salido de los medios
oficiales.
(Ugh, me dieron escalofríos)
MC: Me
alegra que me dijeran. Por suerte, Sebastian y yo sólo vamos al mercado.
Gracias por la advertencia.
Mirando por la ventana, vi que el sol comenzaba a ponerse.
MC: Estará
esperándome. Nos vemos luego.
[…]
Arthur se sentó en su silla, sus brazos doblados detrás de su cabeza.
Arthur: MC
destaca en una multitud. Hay muy pocos japoneses en París este tiempo.
Sebastian podría brindar más seguridad, o hacerlo peor.
Theodorus:
¿QUIERES que algo le pase a ella? Es día de mercado. Mucha gente
alrededor. Nadie sería tan tonto como para cometer un crimen rodeado por todos
esos testigos.
Arthur: Yo
encuentro que es lo opuesto.
Theodorus:
¿A qué te refieres?
Parte 5
Arthur giró una pluma imaginaria.
Arthur: Mientras
mayor la multitud, mejor es la oportunidad de encontrar el objetivo perfecto. Y
es fácil perderse en una multitud. Eso va para la víctima y para el culpable.
Todos estarán tan concentrados en sus propios asuntos que no notarán si alguien
a quien apenas vieron se desvanece de la nada—
Theodorus:
…Hey. Mantén pensamientos así en las páginas de tus libros, ¿de
acuerdo?
Arthur: ¡Sólo
era una broma, muchacho viejo!
…Había estrellas en el cielo para cuando Sebastian y yo terminamos las
compras.
MC: Se ha
estado oscureciendo más últimamente.
Sebastian:
Así es. Se está poniendo más frío también. Puede que necesitemos
empezar a comprar antes para la cena.
MC: Por
cierto, ¿de qué estabas sonriendo?
Sebastian:
¿Estaba sonriendo?
MC: En el
mercado. Parecía que la estabas pasando muy bien comprando para todos.
Eché un vistazo a nuestras bolsas de compras.
MC: Ejem. Y
cito, “…Manzanas para el Maestro Leonardo. ¡Y por supuesto, sus cigarrillos!”.
“Oh sí. Monsieur Napoleon disfrutaría
estos…” ¡Estuviste sonriendo TODO el tiempo!
Sebastian:
Igual que tú.
MC: …¿Yo?
Sebastian:
Primero me señalaste a las manzanas, si recuerdas. Te estabas
divirtiendo también.
(Supongo que no me di cuenta)
Sebastian:
Me atrevo a decir que has llegado a amar a todos en la mansión, como
yo… Casi tanto como yo.
MC: ¿Quizá
me está dando la enfermedad de la historia? Sabes, solía verlos como
aterradores—Ahora, sólo veo a mis amigos.
Sebastian:
Todos son bastante carismáticos, ¿no?
MC: Sí, lo
son.
Pensé cariñosamente en mis compañeros de casa. Sus peculiaridades, sus
bromas, sus sonrisas…
MC: Los amo
a todos. Amo vivir con ellos. Es por lo que estoy teniendo tanta dificultad en
decidir—
Sebastian:
¿Decidir, MC?
MC: No es
nada. Sólo estoy hablando para mí.
Reí y empecé a caminar más rápido, divisando nuestra vuelta más
adelante. Pero justo entonces—
Alguien agarró mi brazo. Me jaló hacia atrás. Pensé que era Sebastian…
…Hasta que alguien presionó algo húmedo contra mi boca.
(¡¿Qué está pasando?!)
~Fin del
capítulo 20~
[1]: Pub – digamos que es básicamente un bar.
~Traducción por Daisy Doe~
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