Leonardo - Capítulo 19
"Sonrió.
La sonrisa de un inmortal solitario, conmovido por la tierna compasión de un frágil, mortal ser humano.
Leonardo:
Sólo cierra los ojos. Una última vez. El momento que lo hagas—ahí es
cuando mueres.
MC: ¡L-leonardo--!
Grité su nombre…
…Y se detuvo.
Leonardo soltó mis manos, y lentamente se levantó, alejándose de mí.
Miró hacia abajo, sus ojos perdiendo su brillo.
El alguna vez reluciente dorado de sus ojos fue tornándose oscuro,
viejo, y apagado—y profunda, eternamente solitario.
Leonardo:
…¿Por qué te ves a punto de llorar, cara mia…?
MC: …No
estoy llorando. Estoy bien…
Me senté, abrazando mi blusa alrededor de mí.
Y lo miré, a Leonardo, con su triste sonrisa y sus antiguos, fatigados
ojos.
Leonardo:
¿Lo estás?
No respondí.
Casi renuncié a mi humanidad en una impulsiva súplica del momento.
Leonardo:
…Puede que no llores ahora, pero llorarás algún día.
MC: No lo
haré. No estoy llorando ahora, ¿no es verdad--?
Leonardo:
No, no lo estás… porque estoy aquí, cara mia.
Leonardo sonrió, si es que se le podía llamar a la lastimera expresión
en su rostro una sonrisa.
Leonardo:
Eres fuerte, y amable. Así que probablemente no llorarás mientras
estoy aquí para verlo. Pero cuando no esté mirando, llorarás. Si te hubiera
hecho eso a ti… siglos después, seguirías llorando cuando no estuviera mirando.
No estaba en mi poder negarlo.
No cuando sentía algo caliente punzando en mis ojos, esperando el
momento que parpadeara para caer.
Leonardo:
…Quizás es egoísta de mi parte, después de lo que hice, pero sólo
quería que fueras feliz. Siempre luces bonita, cara mia, pero tu sonrisa me quita el aliento.
(Leonardo siempre me había dicho eso…)
Parte 2
(Siempre quiso que sonriera)
Leonardo: Esa es
la primera vez que haces eso.
MC: …¿Hablar
hasta por los codos, quieres decir?
Leonardo: La
primera vez que muestras una sonrisa despreocupada.
[…]
Leonardo: De
verdad tienes una linda sonrisa.
MC: ¿Leonardo--?
Leonardo: Tengo que decir, cualquier sonrisa se ve
bien en ti, pero te ves mejor con una sonrisa natural.
MC:
¿Alguna vez te has detenido a pensar que te pones a molestarme un poco
demasiado?
Leonardo:
Si suena a que te estoy molestando, está bien… pero digo en serio lo que digo.
Recuerda eso.
[…]
MC: ¿No
tienes la sensación de que todos nos están mirando?... ¿Qué tal si lo estamos
haciendo mal?
Leonardo: No sabes
lo especial que eres, ¿huh?
MC: ¿Qué
significa eso?
Leonardo: Olvídalo.
No importa lo que los otros digan. Lo que es importante es esto—
MC: ¡Oh!
Leonardo: ¿Estás
pasando un buen rato? ¿Cómo te sientes, cara mia?
MC: ¡Realmente
lo estoy disfrutando!
Leonardo: Tienes
la sonrisa que hace juego.
Mis ojos ardían casi más allá de lo que podía soportar.
Desvié la mirada, y sentí la presencia de una gentil, cariñosa mano
sobre mi cabeza.
Echando un vistazo hacia arriba, me topé la mirada de Leonardo.
Leonardo:
Lo que pienso, cara mia—
En mi mente, escuché el distante sonido de algo viejo y precioso
quebrándose.
Leonardo:
…es que no es tu destino amar a alguien que sólo te hará llorar.
Necesitas encontrar a alguien que llenará tu vida de alegría. Que realmente te
hará sonreír.
MC: Leonardo,
eso es—
Leonardo:
No me pidas convertirte en un vampiro. Por favor… Nunca me pidas eso
de nuevo…
(…¿Qué he hecho?...)
Leonardo:
Perdona por asustarte. Ciáo…
cara mia.
Parte 3
Con esas palabras, Leonardo se fue.
Cerró mi puerta silenciosamente.
(…No sabía. No pensé en lo que convertirme en vampiro podría
significar para él)
Mis emociones me sobrepasaron por completo.
(Sólo estaba pensando en mis propios sentimientos. Incluso en ese
momento, pedí algo de lo que no estaba segura--)
Y aun así, nunca podría retractarme.
Lastimé a la persona que amaba.
(Nunca había visto a Leonardo lucir tan triste antes. Sólo quería
verle sonreír… La sonrisa que esbozaba era desgarradora)
Esas lágrimas estaban listas para caer, pero no lloraría ahora.
Dejé mi cuarto. Lo que había pasado aquí estaba demasiado fresco en mi
mente—
…El balcón era agradablemente fresco por la noche.
Escuché pasos detrás de mí.
MC: ¿Leo--?
Saint-Germain: Bonsoir, MC.
Girándome, vi al Comte de Saint-Germain.
MC: Oh,
Comte. Disculpa.
Saint-Germain:
No tienes nada de qué disculparte.
Sacudí la cabeza. Me ofreció una sonrisa caballerosa y se quedó de pie
junto a mí en la balaustrada.
Saint-Germain:
MC, ¿pasó algo con Leonardo?
MC: ¿Cómo
supiste?
Saint-Germain:
Pasé junto a él en el pasillo. Tenía la misma expresión que tienes
ahora.
MC: …¿La
tenía?
Saint-Germain:
Los dos se ven profundamente lastimados.
MC: No soy
la que está lastimada. Pero sí dije algo para lastimarlo.
Saint-Germain:
Curiosamente, Leonardo dijo algo similar.
MC: ¿En
serio?
Saint-Germain:
Le pregunté por qué lucía herido. Él dijo—“…No soy el que está herido.
Pero sí hice algo para herirla”.
Me tragué mi respuesta.
Saint-Germain:
No mencionó tu nombre, pero no disfrazó el que fueras tú, tampoco.
(Leonardo, no necesitas sentirte culpable)
Saint-Germain:
MC. Me imagino que para este momento ya habrás averiguado la identidad
de Leonardo, ¿no es así?
Los gentiles ojos de le Comte, del color del sol poniéndose, se
fijaron en mí tranquilizadoramente.
Saint-Germain:
Te vi hablando con Will en la fiesta— a Shakespeare, me refiero.
Supongo que te dijo. Si no deseas hablar justo ahora, lo entiendo. Pero si hay
algo que desees preguntarme, responderé cualquier cosa. Es mi deber, siendo
quien te trajo aquí.
Le conté a le Comte sobre las cosas que había aprendido esta noche,
las cosas que dije—y las cosas que no debí haber dicho.
Saint-Germain:
Aprecio que me lo digas, MC. Y me disculpo por no decirte sobre
Leonardo y sobre mí tampoco antes.
MC: No
necesitas disculparte, Comte. De hecho, me siento mal por no percatarme de
cuánto hicieron los dos para hacerme sentir a salvo aquí.
La cálida sonrisa de le Comte parecía decir que todos los errores
quedaban perdonados.
Saint-Germain:
…En cuanto a mi historia con Leonardo, él y yo nos conocimos en Milán,
varios siglos atrás. Me lo topé enseñando a un joven cómo pintar. Ni siquiera
era un aprendiz, sólo un pilluelo que había conseguido Leonardo. Cuando vi la
forma en que Leonardo pintaba, supe de inmediato que no era humano.
MC: ¿Podías
darte cuenta por una pintura?
Saint-Germain:
Leonardo poseía un talento como nunca había visto antes, en todos mis
viajes. Un don de Dios es la mejor forma en la que puedo describirlo… Eso y los
sangre pura estamos adaptados para reconocernos mutuamente, sin importar cuánto
podamos tratar de ocultar nuestras identidades.
MC: ¿Debe
haberte reconocido también, entonces?
Saint-Germain:
Sí, lo hizo. De hecho, Leonardo fue quien se me acercó primero—
Leonardo: ¿Siempre
te quedas viendo a la gente tan descortésmente?... Aunque puedo adivinar por
qué. Tú eres como yo, ¿no es así?
Saint-Germain: ¿Me
reconociste?
Leonardo: Sí. Soy
Leonardo. Leonardo Di Ser Piero Da Vinci.
Saint-Germain: ¿Leonardo?...
He escuchado tu nombre mencionado en las cortes de los príncipes.
Leonardo: ¿Así que
ya has escuchado de mí? Supongo que eso me ahorra la explicación… Ahora, ¿quién
eres?
Saint-Germain:
Podrás imaginarte mi sorpresa cuando mi camino se cruzó con el famoso
Leonardo Da Vinci.
MC: …Comte,
según la historia que conozco, Leonardo Da Vinci murió en el año 1519. Pero él
es inmortal. No envejece. ¿Cómo… murió?
Saint-Germain:
Los vampiros normalmente evitan hacerse renombrados en el mundo
humano. Pero el talento de Leonardo era demasiado inmenso como para permanecer
oculto. Eso, por supuesto, llevaba el riesgo de otros dándose cuenta de que no
era humano. Pero nuestra especie evita ser detectadas a través del engaño.
Todos tenemos nuestros trucos favoritos. Puedes cambiar tus apariencias, tu
ciudad, tu nombre. Y cuando llegó el momento de Leonardo para “morir”—Su joven
criajo, Salai, demostró ser un buen actor y amigo. Después de eso, Leonardo me
contó que anduvo solo por un tiempo.
Parte 4
MC: ¿Solo--?
Comte, ¿qué sabes de su familia? Siguen vivos, ¿no? Pero la forma en la que
Leonardo habló de ellos, sonaba a que quería escapar de ellos.
Saint-Germain:
Hablamos brevemente de su familia cuando nos conocimos. Le pregunté a
Leonardo dónde estaban, por qué no estaba con ellos. Me dijo “no todos los
padres aman a sus hijos, o siquiera piensan en ellos como tales… Así que me
fui”.
Recordé lo que me había dicho a mí—
Leonardo: Ya
no les hablo o los veo. Nosotros… no estamos de acuerdo en muchas cosas. Una
vez que descubrieron mi paradero, empezaron a cazarme con cartas de nuevo. No
quieren que esté simplemente con quien sea—Quieren más sangres pura. No soy mas
que la mitad de una ecuación para ellos.
Pensé en lo que
había averiguado de Sebastian: cómo los padres de Leonardo nunca se casaron
después de su nacimiento, convirtiéndolo en ilegítimo.
(Leonardo
realmente debe haberse sentido como una herramienta para ellos, nacido sólo
para cargar con la línea familiar. Aunque se escapó y fue capaz de hacerse de
una vida, tuvo que hacerlo solo)
Saint-Germain:
Él y yo nos hicimos amigos; mantuvimos el contacto durante siglos,
encontrándonos cada unos cuantos años. La última vez que hablamos, le conté de
mi plan de invitar a algunas de las más grandes figuras de la historia a
quedarse aquí en esta mansión. Le invité a que se me uniera.
MC: ¿Y se
instaló aquí, en un mismo sitio? ¿Después de tanto vagar?
Saint-Germain:
…Tenía mucha preocupación por el futuro por ese tiempo. Creo que
Leonardo se sintió empujado a ayudarme, por amistad.
Le Comte hizo una pausa, y capté algo grave y aterrador en su
expresión.
Pero fue tan
breve que no estaba segura de haberlo visto en absoluto.
Eso, y ya había
tenido suficiente de ahondar inadvertidamente en las heridas abiertas de la
gente por esta noche.
Saint-Germain:
Después de algunos años de esto, tú vagaste por la mansión. Y aquí
estás.
MC: Gracias
por contarme la historia.
Le Comté sacudió la cabeza.
Saint-Germain:
MC, si desearas permanecer aquí en lugar de ir a casa, lo permitiría.
Si desearas quedarte al lado de Leonardo, si pudieras ayudar a mi amigo con su
pesar—Si desearas un fragmento de eternidad, para pasar ese fragmento con él, yo
te ayudaría.
Consideré el peso de sus palabras.
MC: ¿Estás
diciendo que me convertirías en un vampiro, si te lo pidiera?
Saint-Germain:
Lo he hecho muchas veces antes. No creo que sea un pecado convertir a
un humano en un vampiro. Pero Leonardo lo siente de manera diferente. Es por
eso que nunca va a morderte. Quiero que entiendas, es porque te atesora justo
como eres ahora—más de lo que le importa su propio futuro o bienestar.
MC: Gracias.
Y gracias por la oferta.
Dejé mi negativa sin decir. Creo que Comte entendió. Nos deseamos
buenas noches.
El resto de la noche pasó sin novedad. El día siguiente llegó con un
brillante cielo azulado.
No era la clase de cielo que predijera las tristes noticias que
llegaron esa mañana—
Parte 5
Jean-Paul, el viejo hacedor de relojes, había fallecido.
El funeral fue auspiciado por amigos cercanos y familia solamente.
Leonardo estaba ahí, al igual que yo. Dimos nuestras condolencias—
(Tantas lágrimas y recuerdos preciados)
Leonardo no había mostrado ninguna emoción durante el funeral, aunque
parecía haber conocido a Jean-Paul tan bien.
Estuvo de pie silenciosamente mientras, de uno a uno, aquellos que se
lamentaban se fueron, dejándonos a los dos ahí solos.
(¿Me pregunto cómo ve la muerte?)
Estaba insegura sobre cómo traer el tema, o si debería. Por fin, se
giró hacia mí.
Leonardo:
¿Te parece caminar a casa, cara
mia?
MC: Sólo
hipotéticamente, ¿qué tal si no?
Leonardo:
Entonces te cargaré. Vamos. Andando.
MC: ¡Ya voy,
ya voy!
Al poco, vagamos fuera del camino usual, encontrándonos por la
campiña, la tierra punteada de flores silvestres.
Leonardo halló un lugar para sentarse, sacó un cigarrillo, y palmeó el
suelo a su lado, invitándome. Le acompañé.
Leonardo:
…Gracias por acceder a venir.
MC: Para
nada. Estaba contenta de tener la oportunidad de presentar mis respetos.
Leonardo:
…¿Sí?
Hablamos como usualmente lo hacíamos, como si el doloroso encuentro de
anoche estuviera olvidado.
Leonardo:
Lucía en paz.
MC: Estoy de
acuerdo. Parecía que estaba sonriendo.
Leonardo:
Probablemente lo estaba. Jean-Paul siempre estaba sonriendo por algo…
Cuida bien de eso.
Dio una cabezada hacia el dorado reloj de pulsera que llevaba.
Seguía haciendo tic tac. El
mecanismo funcionaba justo como debería, mientras me siguiera moviendo.
Recordé las palabras de Jean-Paul…
“Por
supuesto, una vez tu corazón se detenga, el reloj también se detendrá—lo que es
para mejor. Todos nosotros tenemos nuestro tiempo, y no tiene caso evitar eso.
En su lugar, necesitamos disfrutar cada momento. Cada trozo de vida que des a
este reloj… te lo recompensará con tiempo.”
MC: …Lo
cuidaré muy bien. Y planeo llevar este reloj haciendo tic tac mientras viva.
Leonardo:
Jean-Paul estaría feliz de escuchar eso.
Una breve melancolía me embargó, pensando que no volveríamos a verlo
para mostrarle.
Me pregunté si Leonardo era realmente tan positivo sobre la muerte
como sonaba.
(Le Comte me dijo que Leonardo nunca convertiría a nadie en vampiro.
Entiendo que hay buenas razones para ello, y estoy segura de que tiene sus
propias razones, además. Pero si no intenta compartir su inmortalidad, ¿cuánta
muerte ha tenido que enfrentar en su vida? ¿Cuántos amigos ha perdido?)
No podría decir por qué, quizá fuera el funeral, pero de pronto pensé
en Lumiére.
Leonardo: …Estaba
tomando el camino largo de regreso del trabajo, cuando lo encontré.
Leonardo
recogió al gato entre sus brazos. El gato sin nombre lucía perfectamente
contento.
Leonardo: Su
antiguo dueño acababa de ser enterrado. Y él estaba sentado ahí, mirando la
tumba. Esperé a que la procesión funeraria terminara, pero nadie lo notó o lo
reclamó. Así que le hice una oferta.
MC: ¿Qué le
ofreciste? ¿Comida y refugio?
Leonardo: No, es
un secreto entre nosotros, sujetos rudos. Scusa, cara mia, pero no puedo
contarte ni siquiera a ti.
MC: ¿Leonardo?
Leonardo:
¿Sí?
MC: Dijiste
que le hiciste una oferta a Lumiere. ¿Qué le ofreciste?
Leonardo:
¿Esa es tu pregunta del día?
Asentí. Leonardo estuvo callado por un rato.
Leonardo:
…”Estaré ahí para ti hasta que mueras. Así que, ¿quieres venir
conmigo?” Y su cola se movió, como si estuviera contento con eso. Es por eso
que lo llevé conmigo.
MC: Esa es
una cosa tan triste de ofrecer.
Leonardo:
¿Triste? Se va a morir antes que yo. No hay nada que yo o alguien más
pueda hacer para evitar eso.
MC: Es
verdad. ¿Pero qué hay de ti?
Sonrió.
La sonrisa de un inmortal solitario, conmovido por la tierna compasión
de un frágil, mortal ser humano.
(¿Pero qué podría decirle? Sentimos tanto uno por el otro, pero no
puedo evitar sentir los siglos entre nosotros… ¿Puede algo superar eso?)
No podía cruzar el abismo entre la mortalidad y la inmortalidad. Pero
tenía la esperanza de que hubiera tiempo para reparar el trecho entre nuestros
corazones.
Tiempo. Incluso si el tiempo hacía parecer nuestra situación como
desesperanzada, aun así deseaba alcanzarlo.
…Morbidezza: una
delicada forma de pintar carne, piel. Y otra palabra para debilidad. ¿Era
debilidad negarse a rendirse con este amor--?
~Fin del capítulo 19~
~Traducción por Daisy Doe~
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