Leonardo - Capítulo 17
"Sus ojos. Uno era amarillo como una joya, el otro era de un apagado rojo… como manchado de sangre vieja."
La música llegó
a su fin, y Leonardo y yo nos apartamos como los otros que habían bailado.
(¡Lo hicimos!
¡Y con nuestras reputaciones intactas!)
Leonardo fue a
conseguirme una bebida para ayudarme a refrescarme. Lo observé cruzar el salón.
(Y así nada
más, ha atraído una multitud)
Ya fuera en
público o en alta sociedad, siempre había aquellos ansiosos por hablar con
Leonardo.
Honestamente,
parecía que habían estado esperando una oportunidad para abalanzarse sobre él.
Era cierto que
Leonardo era un “Maestro de todo” por descripción propia.
¿Se había
creado una reputación increíble también en este tiempo?
(¿Me pregunto
si la gente lo rodeaba así cuando estaba vivo, también?)
No podía estar
segura—y nunca le pregunté sobre ello—pero me imaginaba que así había sido.
(Guapo,
popular, exitoso, y… ¿hmm?)
En ese momento,
reflexioné sobre las palabras de le Comte:
Saint-Germain: Esta
mansión está habitada por aquellos que han dejado sus nombres en los anales de
la historia. Y también son vampiros. Yo fui el que los convirtió—es decir, les
dio una nueva vida. Fueron resucitados en esta mansión. Los únicos humanos
vivientes que han entrado en esta mansión cruzando por esa puerta son Sebastian
y tú.
MC: ¿Dices
que los resucitaste? ¿Cómo?
Saint-Germain: La
forma en la que logré eso es a la vez simple y difícil de explicar.
MC: Entonces,
¿sólo viajaste a través del tiempo, eligiendo gente al azar para traer de
vuelta?
Saint-Germain: Podría
parecer de esa manera, pero no convertí a nadie en vampiro contra su voluntad.
MC: ¿Todos
eligieron esto?
Saint-Germain: Aquellos
a los que convertí habían muerto con arrepentimientos. Había algo que deseaban
conseguir, incluso durante su último aliento. No los mismos arrepentimientos,
como podrás imaginarte.
(¿Por qué
quería Leonardo regresar a la vida?)
Había tenido
mucho tiempo para preguntarle, pero por algún motivo, nunca pensé en preguntar.
Tal vez era
porque Leonardo no parecía como un hombre con arrepentimientos.
(Vivió un largo
tiempo para esos días. ¿Quería conseguir más? Pero no lo había visto pintar o
esculpir mientras estaba aquí. ¿No debería estarse poniendo al corriente con
esas cosas, como vampiro? Simplemente no puedo imaginar su “arrepentimiento”)
Sacudí la
cabeza. La información que había obtenido de Sebastian había sido meramente
histórica.
(Aún hay mucho
que no sé sobre Leonardo. Me gustaría cambiar eso. ¿Cómo era cuando estaba
vivo? ¿Qué pensaba del París del siglo XIX? ¿Qué pensaba sobre… cierta gente?)
Le lancé una
mirada, tan lejos de mi alcance—
MC: …¿Disculpe?
Un caballero
bien vestido, de una fragancia cautivante, se había aproximado a mí.
???: ¿Qué hombre deja a una hermosa flor florecer sola junto a
la pared? ¿Un caballero sólo de nombre? ¿O los Hados han cegado todos los ojos
para que se me diera la oportunidad de hablar contigo sola? Ruego me disculpe,
¿qué opina dama mía?
Sus ojos. Uno
era amarillo como una joya, el otro era de un apagado rojo… como manchado de
sangre vieja.
MC: Me temo que me tiene en desventaja, ¿Monsieur--?
???: Por supuesto, la culpa es enteramente mía. Permítame
remediar mi rudeza presentándome. Shakespeare… Mi nombre es William
Shakespeare.
Parte 2
MC: Tú
eres… ¿William Shakespeare?
(¡¿El famoso
dramaturgo isabelino?! Habría pensado que estaba loco si no hubiera sido ya
amiga de Mozart y Newton)
Pero ¿podría
ser? ¿Estaba bromeando, o era otro hombre fuera de este tiempo?
(“Hey, ¿eres un
vampiro?” No es la clase pregunta para hacer en un lugar lleno de gente)
El caballero
sonrió, su voz bajando de volumen suavemente.
Shakespeare: Aunque es un asunto privado, soy otro
que posee el regalo de la vida doblemente otorgada después de aceptar las
condiciones de le Comte de Saint-Germain.
MC: ¿Entonces
realmente es ESE William Shakespeare? “Romeo
y Julieta”, “Hamlet”, “Sueño de una noche de verano”—
Shakespeare: Conoces mis obras.
(¡Eso explica
su forma de hablar anticuada![1])
MC: Pero le Comte nunca le mencionó—y no tiene una habitación
en la mansión.
Shakespeare: Espero que el buen Comte no haya deseado
mencionar mi nombre, para evitar confundirte más. Fue mi decisión dejar la
mansión. Ahora resido en las afueras de París.
(Le Comte me
ofreció mi propia residencia al inicio, así que supongo que la historia encaja.
¿Pero cómo supo quién era?)
MC: Señor Shakespeare, ¿cómo supo que estaba al tanto de los
secretos de le Comte?
Shakespeare: Un vistazo, en el momento en que
llegaste, y mi corazón fue seducido por tu belleza. Te he estado observando de
cerca desde entonces.
MC: ¿D-disculpe?
Shakespeare: Una chanza[2], Mademoiselle. Eres, quizás, una flor más recientemente florecida de
lo que esperaba.
Shakespeare rio
con aire de caballero.
(Es muy difícil
de leer)
Por su parte,
sus extraños ojos parecían leerme a mí y a mis respuestas como las palabras en
una página.
Shakespeare: En realidad, fui convocado a asistir al
banquete del último mes, la noche que llegaste. Capté un vistazo tuyo junto con
los otros mientras me aproximaba a la puerta—por infortunio, asuntos de gran
urgencia llegaron a mi conocimiento, de que tenía que partir con una prontitud
impropia.
MC: Es una lástima que no haya podido conocerle antes.
Permítame presentarme. Soy MC.
Shakespeare: MC. Un nombre de sonido tan puro como su
portadora es pura de corazón. No es de extrañar que a Leonardo le seas tan
querida.
MC: No estoy segura de a qué se refiere.
Shakespeare: Los vi a los dos bailando. Leonardo te
contemplaba como uno admiraría a un invaluable tesoro. Considero que en lo más
profundo de su corazón, tú posees su favor más alto. Amor, por el que arderían
las estrellas.
Parte 3
MC: ¿Leonardo, enamorado de mí? No estoy tan segura. No, yo soy
la que está enamorada de él—
(¡¿Dije eso en
voz alta?! ¡¿A un completo extraño, nada más y nada menos?!)
Shakespeare
rio, pero no en sorpresa.
Shakespeare: No hay nada qué ocultar. La suya
probaría ser una unión de lo más fascinante.
(…Algo en él me
estaba inquietando antes, pero ahora realmente me estoy poniendo nerviosa)
Había un brillo
sobrenatural en sus ojos. Como las luces fantasmas en lo profundo del
bosque—que te guían a tu muerte en una ciénaga escondida.
Shakespeare: Qué final avendría al amor de ella, una
simple mortal, y él, que nunca ha probado el fruto de la frágil mortalidad.
MC: ¿Mortalidad? ¿Se refiere al hecho de que es un vampiro?
Puede que Leonardo sea uno ahora—Pero eso no borra los años que vivió como
humano antes de que se convirtiera.
Shakespeare: …¿No lo sabes?
MC: Si tienes algo qué decir, entonces para la poesía fina y ve
al punto.
Shakespeare: Mis oídos queman al escuchar eso, pero
de acuerdo. Hablaré llanamente—Leonardo no es como el resto de nosotros.
Leonardo es…
Shakespeare se
inclinó más cerca para hablar con la confidencialidad de un amigo—pero no tenía
nada de la buena voluntad de uno.
Leonardo: Aléjate de ella, Shakespeare.
MC: ¿Leonardo?
Shakespeare: Leonardo. Ha pasado demasiado tiempo
desde la última ocasión que hablamos. Me complace verte bien.
Leonardo: …Ya me escuchaste. Aléjate de
ella.
Los ojos de
Leonardo se entornaron hasta volverse delgados puntos dorados. Lucían afilados
y mortíferos.
Esa mirada era
la advertencia final.
Shakespeare: Un semblante tan fiero mal se asienta en
un agradable rostro. Con un elenco tan celebrado en la punta de mi pluma,
¿seguramente no podrás esperar que no muestre interés en cómo termina?
Leonardo: Si quieres escribir obras, entonces
hazlo. Incluso puedes usarme de inspiración si lo deseas—Pero no pienses
involucrar a nadie más.
Shakespeare: …”¿Involucrar a nadie más?” ¿Cuando eres
tú el que la ha tomado a su historia y aun así ha guardado ciertos detalles
pertinentes?
Parte 4
Leonardo: ¿Cómo dijiste?
Shakespeare: La dama y yo sólo estábamos hablando. Y
parece—que nunca le has dicho lo que eres.
Leonardo no
lucía contento.
Shakespeare: Sabías que estarían aquí esta noche. ¿Es
por eso que bailaste con ella? ¿Quizá buscaste un bálsamo de tu dilema en
concreto? Pero debes saber que este lamentable, recurso provisional no va a
satisfacerlos.
MC: ¿Alguien dígame de qué se trata esto?
Leonardo: Shakespeare, ¿podrías simplemente
dejarlo?
Shakespeare: Sí, no la guardas mas que afuera de tu
corazón, para protegerla de la verdad dentro.
Leonardo: …Lo que sea que quieras de mí, no
lograras impulsarme a hacerlo.
Shakespeare: De un hombre común, esperaría una
erupción de rabia bramante ante mi audacia. Pero el sempiterno hombre demuestra,
como siempre, ser inefable.
Mantuvieron la
conversación a un volumen normal, ningún hombre alzando la voz.
Pero la
tensión, el desafío en sus palabras, era tan palpable que la sentí trepar por
mi piel.
(No sé sobre
qué están peleando, pero algo está pasando, y yo…)
Fue entonces
que alguien chocó conmigo.
Un vidrio se
quebró a mis pies.
Momento
después, sentí algo mojado traspasarse a mi vestido.
(…¡¿Qué?!)
Mi vestido
estaba marcado por vino rojo, la mancha creciendo al hundirse en la tela.
En el suelo
yacían los restos de una copa de vidrio, ahora destrozada en cientos de
pedacitos brillantes.
Caballero: ¡Oh, no! ¡Su vestido blanco puro! Pardonnez-moi, Mademoiselle! ¡La copa se
deslizó de mis manos!
Un pálido
caballero con pecas se sonrojó de carmesí.
MC: Está bien. Además, no estoy herida. ¿Y usted, Monsieur?
Caballero: Estoy intacto, amable mademoiselle. ¡Pero no sé cómo podría
compensarle por esto--!
MC: Por favor, no se sienta mal. Fue un accidente. Todo lo que
importa es que nadie salió herido.
(…Y que saldré
de este vestido pronto. ¡Todo el mundo ya está mirándonos!)
La caída del
vidrio había atraído la atención a nuestro rincón del salón. La noche se estaba
convirtiendo en una pesadilla.
Leonardo: …Cara
mia.
Leonardo
inmediatamente se quitó su saco y lo lanzó alrededor de mí, escondiendo la
salpicada rubí y ocultándome de los ojos indiscretos.
Leonardo: Siento lo de tu vestido. Debería haberte
protegido—regresemos a la mansión.
MC: …Sí. Tal vez eso sea lo mejor.
Parte 5
Shakespeare
observó en silencio cómo Leonardo escoltaba a MC fuera del salón.
Un hombre se
detuvo junto a él, su larga sombra cayendo sobre el entretenido bardo.
Saint-Germain: …No esperaba que estuvieras aquí, Will. ¿O
debería usar tu nombre artístico ya que estamos en público, “Guillaume”?
Shakespeare: Buen encuentro, mi buen Comte. Es un muy
raro y jovial placer verte esta noche.
Saint-Germain: Sí, también me complace verte.
La sonrisa
cordial de le Comte no le llegó a los ojos.
Saint-Germain: ¿De qué estabas hablando con Leonardo?
Shakespeare: ¿Nuestra conversación captó tu interés?
No tenía a le Comte por un chismoso.
Saint-Germain: Parecía como que la discusión se estaba
volviendo acalorada.
Shakespeare: …Entonces no sentiste mas que el calor
del hogar y de la hoguera. No hablamos mas que de asuntos alegres. La
celebración del amor y la vida.
Saint-Germain: Ya veo.
Ninguno habló
por un largo momento.
Fue le Comte
quien finalmente rompió el tenso silencio.
Saint-Germain: No
juzgaré tus acciones, Will. Pero
si lastimas a mi viejo amigo o a la mujer que el atesora—Haré que te
responsabilices por completo.
Le Comte se
giró y fue a seguir a Leonardo y MC.
Shakespeare lo observó irse.
Shakespeare: Leonardo Da Vinci como personaje y como
actor es de gran interés para este humilde escritor de obras. Ahora que ha
encontrado a su heroína para interpretar junto con él, me encuentro cautivo del
desarrollo de este desventurado romance. Dame el honor de un dramaturgo si
gustas—No soy mas que un mecenas de esta tragedia.
[…]
Tan pronto como
llegamos a la mansión, me quité el vestido para ver si podía hacer salir la
mancha del vino—
(Me alegra que
la sal y el agua caliente funcionaran)
Aunque la
mancha se hubiera ido, los recuerdos de esa fiesta estaban demostrando ser
permanentes.
Shakespeare: Qué
final avendría al amor de ella, una simple mortal, y él, que nunca ha probado
el fruto de la frágil mortalidad.
MC: ¿Mortalidad?
¿Se refiere al hecho de que es un vampiro? Puede que Leonardo sea uno
ahora—Pero eso no borra los años que vivió como humano antes de que se
convirtiera.
Shakespeare: …¿No
lo sabes?
(No voy a ser
capaz de dormir esta noche, pensando sobre lo que dijo Shakespeare. Cierto. Y
aparte estaba planeando hablar con Leonardo, después de la fiesta)
No había nada
más sobre eso. Necesitaba verlo. Mientras me decidía—
Alguien llamó a
la puerta, dos bruscos toques.
Sabía que era
él.
Leonardo: Cara
mia, voy a pasar.
Leonardo entró,
todo luz de un dorado empañado, llevando esa dulce fragancia junto con él—
MC: …Leonardo.
~Fin del capítulo 17~
[1]: Realmente
es muy difícil intentar imitar la forma de hablar equivalente de Shakespeare en español.
Digamos que ocupa incluso “thee”, un “tú/usted” antiguo; palabras
que ya no se usan hoy en día.
[2]: Chanza
– “Broma, chiste”
~Traducción por Daisy Doe~
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