Leonardo – Capítulo 9
Lo seguí a ese inesperado sitio donde los
misterios de la noche reinaban. No porque me obligara. Sino porque yo quería.
Justo como quería seguirle el paso ahora. Pero
estaba sin aliento, mi cuerpo en tensión—
MC: …L-leonardo, por favor… ¡Es demasiado--!
Leonardo: No tengas miedo. Disfrútalo.
MC: ¡No, realmente no puedo!...
[Corte a una pequeña barca]
¡No en
esta vieja cosa! ¡Se siente como que podríamos caer en cualquier momento!
(En serio, ¿cómo es que llegamos aquí?)
Ah, sí. De la misma forma que me hacía ir a cualquier parte.
Sonriendo, llamándome cara mia y
alzándome en sus brazos.
¿Pero soltarme en un raquítico bote y remar en un lago? Leonardo se
había superado a sí mismo esta vez.
Leonardo:
Je. Tantos gritos me hacen pensar que realmente te gusta. Supongo que
remaré más rápido.
MC: ¡¿Por qué
querría que remaras más rápido?!
Leonardo:
¿Acabo de escuchar “quiero que remes más rápido”?... Qué codiciosa, cara mia. Si tú insistes.
MC: Sé que
sabes a qué me refería— ¡ah!
Leonardo:
Tal vez quieras agarrarte.
Ignorando su risa, me aventé sobre el asiento central, aferrándome
como si en ello me fuera la vida.
(Remar más rápido no está ayudando a estabilizar el bote como había
tenido la esperanza de que lo hiciera. ¡Extraño los grandes, seguros botes
modernos!)
Cerrar los ojos hizo que cada crujido, cada sacudida contra el agua
resultara peor.
Leonardo:
Parece lo bastante lejos. Cara
mia, ¿sigues petrificada?
(Eso depende. ¿Ya se detuvo el movimiento?)
Entreabrí un ojo. Leonardo había dejado de remar. Estaba
tranquilamente reposando un brazo sobre el borde del bote.
Leonardo:
Ahora no es momento de mirarme. Deberías echar un vistazo a lo que nos
rodea.
Le dediqué una mirada curiosa. Señaló hacia arriba con un mano
enguantada.
(¿El cielo? No puede ser tan diferente sólo porque estamos en un
bote).
Miré hacia arriba.
…El cielo estaba tan brillante. Cada estrella resplandecía como una
joya, pendiendo en la Vía Láctea como si fuera una red de chiffon.
Se extendía tan lejos como alcanzaba la vista. Ningún sitio sin tocar
por el etéreo destello.
Sin luz artificial. Sin preocupaciones. Incluso la mansión de Le Comte
estaba demasiado bien iluminada como para proveer una vista así.
MC: Es…
hermoso. ¡Hay tantas estrellas, y se ve tan claras! Nunca podría conseguir una
vista así en casa—incluso si lo intentara.
Leonardo:
Me alegra que te guste.
La tranquilizante voz se disolvió en la noche, como un triste, suave
arrullo.
(¿Es por esto que me trajo aquí?)
MC: Leo—
Leonardo:
Dime, cara mia. ¿Alguna vez
has escuchado de esta historia--?
Parte 2
Leonardo:
Dime, cara mia. ¿Alguna vez
has escuchado de esta historia--?
Leonardo me interrumpió, tal vez para evitar alguna de esas preguntas
que encontraba tan complicadas.
Adoptó la apariencia de un cuentacuentos comenzando un viejo relato
favorito.
Leonardo:
Hace mucho tiempo, en las historias del antiguo Egipto, había una
creencia sobre las estrellas. Dicen que la razón por la que podemos verlas es
por la diosa del cielo, Nwt. Su cuerpo entero estaba cubierto de estrellas. Y
se estiró a lo largo de toda la tierra, arqueándose a lo alto, arriba de
nosotros.
MC: Nunca
había escuchado de ese mito.
Leonardo:
¿Mito?
MC: Bueno,
es sólo un mito, ¿no es así? Incluso en el antiguo Egipto, sabían mucho sobre
astronomía.
Leonardo:
Cierto. Pero algunas personas en algún punto creyeron que la historia
era verdad. Desde tiempos inmemoriales, la gente ha estado inventando toda
clase de teorías, tratando de averiguar por qué hay estrellas.
Las estrellas estaban en sus ojos ahora.
Leonardo:
Pero trata de decirle a la gente una historia así ahora, y se reirán
de ti. ¿Alguna vez piensas en cómo las cosas cambian con el tiempo…? ¿Cómo, tal
vez, se supone que cambien?
(¿Cómo se supone que cambien las cosas?)
Reflexioné cuidadosamente mis palabras.
(Supongo que sí. Cambiamos a lo largo de toda nuestra vida. Del
nacimiento a la muerte).
MC: Sí. Creo
que el cambio es inevitable—y en muchos casos, el cambio es algo positivo. Por
ejemplo, incluso en mi tiempo, aun hay enfermedades que los doctores no pueden
curar. Pero incluso si no se encuentra un remedio hoy, podría encontrarse
mañana. Alguna esperanza por el cambio…
Leonardo estaba mirándome, enmarcado por la luz, escuchando mis
pensamientos.
(…Sólo era un ejemplo)
MC: Siempre
estoy buscando formas de mejorarme a mí misma— No quiero que todo cambie todo
el tiempo, por supuesto. La estabilidad es agradable también.
No respondió inmediatamente, pero tuve la sensación de que estaba de
acuerdo conmigo. Leonardo dejó escapar un suspiro.
Leonardo:
Puedes saber cómo gira el mundo y aun así no saber a dónde va a
llevarte… ¿Quizá descubras por qué las estrellas parecen pender del cielo? ¿O
quizás irás a curar aquellas enfermedades que nadie puede?
MC: Supongo
que sí.
El gentil toque del agua contra el bote acompañaba nuestra tenue
conversación.
Leonardo:
Nadie sabe lo que el futuro depara. Cara mia…
Parte 3
Leonardo:
Cara mia…
Leonardo habló con el dulce matiz acorde a su apodo para mí.
Sus ojos dorados se encontraron con los míos.
Leonardo:
No hay nada extraño en lo que estás pasando justo ahora. Pero no te
sentirás ansiosa por siempre. Las cosas se resolverán por sí mismas con el
tiempo.
MC: Espera…
¿Estoy ansiosa?
Leonardo puso una mano sobre mi hombro. Su mirada se suavizó
comprensivamente.
Leonardo:
Has tenido miedo de no ser capaz de regresar a tu tiempo, ¿verdad?
Me helé con sus palabras. Tuve la instintiva reacción de negarlo. De
detener el dolor que sentí.
MC: N-no.
Estás equivocado. ¡Nunca he pensado en eso!
Leonardo:
Eres bastante mala mentirosa.
¿Cómo lo supo?
Leonardo:
Te vi ese día. Scusa… Estabas mirando el reloj de arena de Le Comte,
pensando que estabas sola.
(¿Leonardo vio qué?)
(¿Funcionará de la forma que dijeron?, ¿Qué
tal si la puerta no se abre para mí?... ¿Qué tal si no puedo regresar a mi
tiempo? ¿O termino en otro lugar? Perdida en una dimensión diferente.
Verdaderamente sola, esta vez…)
Mi hogar
podría quedar vetado para mí, para siempre. Todo lo que conocía, desaparecido.
El terror me sumió el estómago.
(No. No
puedo pensar de ese modo)
MC: Y
recuerda, no importa qué tan mal se pongan las cosas, ¡una sonrisa puede
mejorarlo! Al menos… Eso es lo que solía decirme a mí misma…
Leonardo:
“Una sonrisa puede mejorarlo”, y entonces sonreíste. Pensé que era
algo valiente. Entendí que estabas siendo considerada con todos. No quería
sabotear una conducta tan noble, pero— al mismo tiempo, no podía pararme ahí y
verte hacerte eso a ti misma.
Eso había sido una semana atrás. Que había sido alrededor del tiempo
en el que Leonardo había empezado a arrastrarme con él a todos lados.
(Esa tarde que me llamó a su cuarto--)
MC: ¿Para
qué me llamaste?
Leonardo: Es
acerca de nosotros siendo compagni provvisoria. No estamos pasando suficiente
tiempo juntos.
MC: ¿Ese es
tu mensaje? ¿Necesitamos pasar más tiempo juntos? ¿Haciendo qué?
Leonardo: …¡Haciendo
lo que los buenos compagni hacen! Permanecer cercanos uno del otro. Si no lo
hacemos los otros se darán cuenta de que nuestra relación es una mentira.
(No pensé que su razonamiento tuviera sentido, y recuerdo haber
discutido con él sobre eso. Pero eso simplemente era Leonardo. Nunca me detuve
a considerar que podría haber tenido una razón diferente. Evitó que me diera
cuenta de la verdad.)
Su impredecible e imparable remolino de actividad encajó—y de pronto
lo que había hecho tuvo sentido.
MC: ¿Leonardo?
Leonardo:
¿Hmm?
MC: ¿Hiciste
todo eso a propósito?
Parte 4
MC: ¿Hiciste
todo eso a propósito?
Leonardo:
¿Hice qué a propósito?
(Va a hacer todo en su poder para evitar responder esta pregunta)
Si quería sacarle la verdad, necesitaba aproximarme al asunto desde
otro ángulo.
MC: Esta semana.
Todos los lugares a los que me llevaste. Insistiendo que pasaramos más tiempo
juntos. ¿Hiciste eso para que no tuviera que estar sola? No me diste elección
en ninguna de esas cosas, porque creo que sabías qué decisión tomaría si me
dejabas por mi cuenta. Fue un plan. Tuvo que ser. Es demasiado espontáneo de
otro modo. Incluso para ti.
Mientras más hablaba, más sentía que estaba dándole munición con qué
distraerme.
(Eso, y explicarle su propio plan no va a convencerlo de admitirlo).
Ya prácticamente me había rendido cuando dije… “¿Me dirías la verdad,
por favor?”.
Leonardo:
Te ves tan derrotada. No me ruegues una respuesta con una expresión
así en tu rostro. Maldición.
Me mostró una sonrisa torcida, y buscó un cigarrillo, encendiéndolo
habilidosamente.
Fue como si hubiera estado buscando valor.
Leonardo:
…Sí, es justo como dijiste.
Una nube de humo emergió con sus palabras.
Leonardo:
Si ibas a forzarte a sonreír incluso cuando estabas sola, entonces iba
a asegurarme de que no estuvieras sola.
MC: ¿Qué
estabas pensando con eso?
Leonardo:
Si estás sola, perteneces enteramente a ti misma—pero eso no siempre
es algo positivo. A veces no es tan malo dividir tu tiempo y atención con otra
gente, si te saca de un mal momento.
El cigarrillo de Leonardo rodó entre sus ansiosos dedos. Proyectó
apenas suficiente luz para dejarme ver la expresión ligeramente atribulada en
su rostro.
(Apenas tuve tiempo para mí misma esta semana. Pasé todo ese tiempo
gritándole a Leonardo--)
MC: ¡Aguarda!
¿Vas a irte? ¿Qué hay de nuestra “apasionada” necesidad de estar en el mismo
cuarto?
Leonardo: …Pero ya
acabé de estar aquí. Te llamaré si sucede otra cosa. Prepárate.
[Jardín]
Leonardo: Ya ha
pasado un tiempo desde que Vincent quiere pintar un retrato. Pensé que serías
perfecta para ello.
MC: ¡Podrías
haberme dicho primero!
[Noche
estrellada]
Leonardo: ¿Escondiéndote
otra vez, cara mia? ¿Tanto te gusta que te cargue en mis brazos?
MC: Sí, es
por eso que estoy ESCONDIÉNDOME.
Leonardo: …Si
insistes. Pues arriba.
(…Y como resultado, no tuve tiempo para preocuparme a horrores sobre
mi futuro)
Leonardo: Por alguna feliz
casualidad, empezaste a abrirte con los otros en la mansión.
MC: ¿Oh?
Leonardo:
Con el tiempo, empezaste a sonreír de manera más natural… Me hizo
feliz verlo.
(Creo que ese era exactamente tu plan)
Para el final de la semana, me sentí mucho más cercana a todos.
La Tormenta Leonardo me había revuelto y soltado en un lugar donde me
sentiría a salvo.
Leonardo:
Por supuesto, también estoy consciente de que arruiné tus propios
planes para la semana, por razones egoístas. Lo siento por ser un sujeto que no
causa mas que problemas, cara mia.
Parte 5
Leonardo:
Lo siento por ser un sujeto que no causa mas que problemas, cara mia.
Me sonrió. Todo lo que hizo fue sonreír.
(…Le grité. Le pegué. Me escondí de él. Eso nunca detuvo a Leonardo de
tratar de asegurarse de que estuviera bien. Que estuviera feliz)
MC: Escucha,
yo también lo siento—
Leonardo apartó un mechón de mi cabello.
Leonardo:
¿De qué tienes que disculparte? Todo fue asunto mío. Tú no sabías nada
de ello. Supongo que me he vuelto peor en expresarme con los años.
MC: No, lo
estás haciendo bien.
Leonardo:
Como sea, de nuevo, lo siento por no decirte nada, cara mia.
Sus dedos permanecieron un momento en mi cabello.
Leonardo:
¿Me dejarías continuar ayudándote a sonreír… ahora abiertamente?
Mi voz no lograba salir.
Leonardo:
Aunque sólo somos compagni
provvisoria, sigo siendo tu compagno.
Cerré los ojos con fuerza, ante la sensación punzante que me embargó
en ellos.
(Estaba tan tensa, y ahora… ¿qué pasó? Se siente como que estoy a
punto de llorar…)
Me desconecté de mi dolor y negué mis preocupaciones por tanto tiempo.
Leonardo había tirado gentilmente del cordón manteniéndome en una
pieza, y me derrumbé.
Leonardo:
Hey, ¿cara mia--?
MC: ¿Q-qué?
Leonardo:
¿Por qué estás llorando?
MC: ¡No
estoy llorando! Rayos—
Leonardo:
Sí, lo estás. Je. ¿Por qué lloras cuando te digo que sonrías?
MC: …Estás
loco. No estoy llorando.
Leonardo:
Entonces déjame ver tu rostro.
MC: ¡No vas a
acercarte más a—!
Se inclinó hacia adelante. Yo me incliné hacia atrás. Se estiró hacia
mí. Yo le esquivé—y al bote no le gustó eso EN ABSOLUTO.
Leonardo:
¡Hey!
Fui disparada del bote, y caí al lago. Leonardo cayó conmigo.
MC: …¡Ack!
Leonardo:
¡Cara mia! ¡Agárrate de mí! ¡Déjame subirte!
Enderezó el bote y me empujó a él. Tosí una bocanada de agua mientras
Leonardo trepaba después de mí.
Leonardo:
…¿Estás bien?
MC: Estoy
bien. ¿Tú estás bien?
No necesitaba preguntar. Su cabello goteando. Su ropa empapada.
(Eso fue estúpido de nuestra parte)
MC: Okay,
ahora DE VERDAD lo siento.
Me dedicó una mirada inquisidora.
MC: Debí
simplemente dejarte—
Su reacción me detuvo a media disculpa.
Leonardo:
Je… Jajaja.
Leonardo rio.
MC: ¿Leonardo?
Leonardo:
No puedo creer que los dos caímos… Ah, mira esto. Mis cigarrillos
están arruinados. No puedo prender estos, ¿verdad?
Sacó un par de cigarrillos empapados de su bolsillo y tras inspeccionarlos,
se rio de nuevo.
Leonardo:
Hey, no empieces a moverte, o nos caeremos de nuevo. Quédate aquí,
junto a mí… Bien.
Éramos dos personas empapadas y heladas en medio de un lago. ¿Qué
había como para decir “bien”?
MC: ¿No te
molesta que casi nos ahogué a los dos?
Leonardo:
¿Por qué me molestaría? Fue mi culpa por molestarte en primer lugar.
Sabes… Nunca sé qué va a pasar después cuando estoy contigo.
(…¿Se encuentra sorprendido por mí?)
MC: Eso es
lo que siempre estoy diciendo sobre ti.
La risa de Leonardo era tan contagiosa. Una dulce, alegre melodía que
hacía que quisiera reírme con él.
Y lo hice. Los dos reímos y reímos hasta que ya no podíamos reír más.
Éramos dos personas empapadas y heladas en medio de un lago— y se
sintió bien.
Esta era la primera vez que realmente reía desde mi llegada aquí…
~Traducción por Daisy Doe~
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