Leonardo - Capítulo 10
"La mano de Leonardo en mi cabeza era cálida.
Sentí su calor recorrer su camino hasta mi corazón."
Después de reír
a nuestras anchas en el bote, Leonardo remó de regreso a la orilla.
MC: Seguimos chorreando agua.
El aire de la
noche no era lo bastante cálido como para secar mi ropa, o mi cabello. Era un
desastre empapado.
Leonardo no
estaba en mejor estado.
(Mi ropa pesa
un montón, y cuelga tan apretada a mi cuerpo que es difícil moverse).
Leonardo: Hey, cara
mia.
MC: ¿Sí?
Leonardo: Vas a exhibirte a todos.
MC: ¿Hmm, qué? ¿Quieres que les exhiba a todos mi progreso
mañana?
(He de
admitirlo, sí me siento lista para empezar a confrontar mi situación de la
forma correcta--)
Leonardo: No. Exhibir a todos lo que hay debajo de
tu blusa.
MC: ¡¿Lo que hay bajo mi--?! ¡Ugh!
Tiré de mi
blusa mojada, esperando extenderla un poco. Regresó felizmente a pegarse contra
mis pechos en cuanto la solté.
(Claro, tenía
que salir vistiendo blanco esta noche)
Leonardo: No me molesta. Pero no quiero que todo
Paris lo vea.
Leonardo se
deslindó de su saco. Lo envolvió alrededor de mis hombros.
Leonardo: Scusa por ponerte encima un pesado y mojado
saco. Al menos cubre.
MC: Gracias. Y no está mojado por dentro.
Jalé el gran
saco, arrebujándolo contra mí, para que no se deslizara de mis hombros. Usar su
saco era como quedar envuelta en su pesada esencia.
(…Huele tan
bien. Oh Dios mío, ¿qué estoy pensando?)
Su risa captó
mi atención.
MC: ¿Leonardo?
Leonardo: Je. Realmente eres pequeña, ¿no?
MC: ¿Disculpa--?
Leonardo: Quiero decir comparada a mí. Estás
nadando en mi saco. Es lindo.
(¿Cuánto a que
me prestó el saco sólo para molestarme con ello?)
MC: No es por mirarle los dientes al caballo[1], pero— podría
simplemente darte un puñetazo a los dientes.
Leonardo: Eso sería lindo también.
Incluso
encontraba mis reclamos “lindos”. Vaya.
De pronto, su
risa se desvaneció.
Estaba
contemplando el cielo.
Leonardo: Estamos en muchos más problemas que eso,
cara mia. Regresemos rápidamente.
Leonardo se
alejó.
(¿Qué pasa?
¡Debe ser malo si el maestro de los problemas lo dice!)
MC: ¿Qué problemas? ¡Leonardo! ¿Qué problemas?
(…Este es el
problema al que se refería)
Apenas logramos
llegar a las afueras de la ciudad cuando comenzó la lluvia.
Leonardo: Vi las nubes de tormenta, pero la lluvia
llegó más pronto de lo que pensé.
MC: Yo no las noté para nada.
Leonardo: No hay carruajes con este clima.
MC: …Y ningún lugar para conseguir un paraguas.
No podíamos ni
siquiera encontrar un techo para refugiarnos. Nosotros, los doblemente mojados,
miramos mutuamente nuestros rostros escurriendo lluvia.
Y empezamos a
reír.
Leonardo: Te ves terrible.
MC: No peor que tú. ¡Tu cabello es un desastre!
Leonardo: Eso no puede ser. Soy perfecto.
MC: Perfectamente… ¡horrible!
Leonardo: ¡No empieces, cara mia!
Soltamos una
risita de nuevo, y alcé la cabeza para mirar la lluvia.
(Huh)
Las nubes eran
oscuras y seguían dejando caer gruesas y pesadas gotas sobre nosotros. Pero de
algún modo, lo encontré completamente hermoso.
(Estoy mojada a
más no poder. Mis zapatos están inundados. Mi cabello está sobre mi rostro. Sin
paraguas. Sin carruaje. Sin señal de refugio… Y la estoy pasando muy bien)
¿Qué cambió?
Era mi
conversación con Leonardo. Gracias a él, me había quitado la falsa alegría que
había depositado pesadamente sobre mis hombros.
No importaba
que estuviera empapada, y aplastada por un incluso aún más pesado saco.
Me sentí ligera
y libre.
(Desde este
momento en adelante, no me forzaré a sentir lo que es “correcto”)
Leonardo: “Una
sonrisa puede mejorarlo”, y entonces sonreíste. Pensé que era algo valiente.
Entendí que estabas siendo considerada con todos. No quería sabotear una
conducta tan noble, pero— al mismo tiempo, no podía pararme ahí y verte hacerte
eso a ti misma.
La gentil voz de Leonardo permaneció conmigo.
MC: Ya tuve
suficiente de forzarme a sonreír.
Leonardo:
¿Hmmm?
MC: Pero no
dejaré de sonreír. Sólo dejaré de forzarme. Tendré sonrisas más naturales.
Leonardo:
¿Para qué es el anuncio, cara
mia?
MC: ¡Sólo
sentí ganas de decirte!
Me topé sus tiernos ojos dorados, brillando por entre sus mechones
oscuros y mojados.
Más que nada, quería ser honesta con él.
MC: Gracias,
Leonardo.
Leonardo:
¿Dijiste algo? Scusa, la
lluvia está demasiado fuerte.
Parte 2
(¿No me escuchó--? Eso es mentira)
MC: …Leonardo
Da Vinci es un imbécil.
Leonardo:
¿Quién es un imbécil?
MC: ¿Escuchaste
eso, no es así?
Soltó una risita, luego suspiró.
Leonardo:
No llegaremos a ningún lado esperando. Empecemos a correr, cara mia. Deberíamos poder encontrar un
carruaje cerca del distrito de negocios. Ven.
Extendió su mano. Era la misma mano que me había sacado de mis
escondites y alzado en sus brazos.
Por un momento, me detuve.
Leonardo:
¿Por qué te quedas viendo? Las calles están resbalosas. Toma mi mano
para que no te tropieces.
(Oh, así que eso es lo que estaba haciendo… ¿Qué estaba esperando que
hiciera?)
MC: Seguro.
Gracias.
Leonardo:
Hmph.
Mi mano encajó cómodamente entre la de Leonardo.
Ahora era mi turno de reír.
Leonardo:
¿Por qué te ríes?
MC: Dijiste
que era pequeña comparada contigo, pero no es verdad.
Leonardo:
¿Ah, sí?
MC: Tus
manos son enormes. ¿Ves No soy la pequeña. Es sólo que tú eres grande.
Leonardo:
¿Hey, cara mia--? No dejes
que comentarios así se te escapen alrededor de nuestros salvajes residentes,
¿sí?
MC: ¿A qué
te refieres con que “se me escapen?”
Leonardo:
…No es fácil vigilar a pequeños corderitos.
Sus palabras se perdieron en la fuerte tormenta.
MC: Lo
siento, no alcancé a escuchar eso.
Leonardo:
Sí, lo escuchaste.
MC: ¡No,
realmente no escuché!
Leonardo: Sí,
seguro. Ahora, vamos.
Corrimos en la lluvia, agarrados de la mano.
Aunque pisamos muchos charcos, no les dimos importancia.
Al mismo tiempo, un carruaje partía del teatro y emprendía su camino
de regreso.
Shakespeare:
Sí, contemplen…
El único pasajero miró por la ventana del carruaje, simplemente por
curiosidad. De casualidad, vio un hombre y una mujer a través de la cortina de
lluvia. Estaban sonriendo, agarrados de las manos mientras corrían.
Shakespeare:
Qué extraña visión trae esta tempestad.
Parte 3
Shakespeare:
Me parece que ese es Leonardo, percibo, con la mujer de la noche del
banquete.
Los dispares ojos de Shakespeare captaron la brillante sonrisa de MC.
Shakespeare: Qué
encantadora sonrisa se forma en su pálida tez. Lo que significa, que no debe
saber—
El bardo cerró los ojos y comenzó a recitar unas viejas líneas de su
Romeo y Julieta:
“Mi único amor, nacido
de mi único odio…
¡Muy pronto le he visto, y tarde le conozco!”.
Abrió los ojos una vez más.
Shakespeare:
Hay más en la identidad del hombre que lo que las mentes mortales
pueden imaginar. Una unión de lo más trágica. Su fidelidad aún no ha sido
entregada, y aun así no pueden unirse en dicha eterna.
La pareja ya se había perdido de vista.
Shakespeare: …Espero el
momento de conocer a esta mujer.
[...]
Leonardo:
Finalmente estamos de regreso.
MC: No
estaba segura de que lo lograríamos.
(Mi agradecimiento al cochero que nos trajo a casa. Me temo que no nos
ayudó mucho)
Escurríamos en el trayecto a casa y seguíamos escurriendo en el
vestíbulo.
Leonardo:
No quieres pescar un resfriado, cara
mia. Ve a calentarte.
MC: De
acuerdo. Tú también, Leonardo.
Alzó una mano en señal de casual despedida y caminó por las escaleras.
(¡Acabo de recordar algo!)
Lo perseguí por varios pasos y lo alcancé antes de que desapareciera.
(Ésta vez, no hay escapatoria)
MC: Hey,
¿Leonardo?
Leonardo:
¿Qué pasa?
(No lo dejaré que pretenda de nuevo)
MC: Gracias
por un maravilloso día libre.
Pareció en shock.
MC: ¿O
debería decirlo una tercera vez, para que puedas oírlo por sobre “la lluvia”?
Leonardo:
¿Me seguiste sólo para agradecerme?
MC: Sí, lo
hice.
Leonardo:
Eso suena como algo que harías.
Sonrió y me dio unas palmaditas en la cabeza.
Su gran mano reposó en mi cabello.
Leonardo:
De nada. Disfruté pasar el día contigo. Fue divertido… Gracias por
eso.
(Oh. Esto es… diferente)
Parte 4
La mano de Leonardo en mi cabeza era cálida.
Sentí su calor recorrer su camino hasta mi corazón.
(¿Qué digo aquí? ¿Por qué no quiero irme?)
Leonardo:
¿Cara mia? ¿Qué ocurre?
MC: Nada.
Me perdí un momento.
Leonardo:
¿En el medio de agradecerme? Je. Eres un caso extraño, cara mia.
MC: Extraña.
Esa soy yo. No tenía nada más qué decir así que… Supongo que ya me voy.
Leonardo:
Está bien. Ciao.
Esperé hasta que se fuera. Entonces me desplacé hasta mi propio cuarto
y cerré la puerta. Me deslicé hasta quedar entre mis rodillas.
(¿Qué acaba de pasarme? ¿De pronto pasé de contestar mal a Leonardo a
distraerme con él? Sí, he llegado a apreciarle más. Y me siento mucho más a
salvo con él después de esta noche. Pero esto es algo más--)
Los pensamientos se arremolinaban en mi mente.
MC: Vamos a
pensar esto cuidadosamente.
(Leonardo es mi “compagno
provvisorio”, y estamos fingiendo como amantes para que pueda evitar a su
familia y yo pueda evitar problemas. He aprendido que todo este tiempo ha
estado secretamente cuidando de mí, en su propio incomprensible estilo
Leonardo. Ya aclarado eso—
Después de esta noche, es probablemente la persona en la que más
confío en esta mansión—en este tiempo.
Ahora, en cuanto si hubo algo sobre mi reacción antes… Es decir,
respecto a si me gusta o no. “Gustar o no—“… De acuerdo, mira. Hay una gran
diferencia entre “gustar” y “ya no me disgusta”.
Estoy agradecida con él, pero estoy bastante firme en el “ya no me
disgusta”.)
MC: Ya está.
Eso fue sencillo.
Estaba aliviada de descifrar eso. ¡Lo último que necesitaba era un
romance a través del tiempo con un vampiro!
¡Y lo primero que necesitaba era un baño! El más caliente posible.
Estaba mojada y fría.
(¿Qué me había dicho Sebastian?)
Sebastian: ¿Ya has
ocupado le thermae? El gran baño público de la mansión, está basado en el modelo
Romano. Todos son libres de usarlo. Aunque sí tenemos duchas, creo que
encontraras que las de este periodo no son como las que estás acostumbrada.
Probablemente prefieras el baño.
MC: …Eso
suena exactamente como lo que necesito. Ya es tarde, así que todo el mundo que
fuera a usarlo probablemente ya lo ha hecho.
Llegué a le thermae, y me
preparé para un muy necesario autocuidado desvistiéndome.
MC: ¡Wow!
(Es más grande de lo que pensé. El techo se extendía indefinidamente.
¡Y Sebastian tenía razón, puedo ver la inspiración estructural! ¡Oh, Comte!
¿Cómo te las arreglaste para construir una mansión tan lujosa?)
Estaba agradecida por ello. ¡Sólo mirar el vapor acumulándose del baño
me tenía emocionada con anticipación!
(Realmente combina la belleza y la espaciosidad del baño Romano con la
limpieza y accesibilidad de un onsen[2].
¡Voy a disfrutar TANTO esto!)
Y entonces escuché pisadas por el suelo de piedra. Una figura emergió—
Leonardo:
…¿Cara mia?
Parte 5
MC: ¿Leo?
¡¿Leonardo?!
(¿Cómo? ¿Por qué?)
Completamente desnuda, me hundí en el suelo de espaldas a él, buscando
cubrirme como pudiera.
Leonardo:
¿No le dijiste a nadie que ibas a bañarte?
MC: ¡¿A
quién se suponía que le dijera?! Ya es tarde.
Leonardo:
¿Sabes que ésta casa está llena de excéntricos? No puedes contar con
nada aquí. Mi consejo es nunca tratar de predecir cuándo alguien decidirá
bañarse.
(Eso suena lógico. Y Leonardo viniendo aquí tiene sentido. Estaba tan
empapado como yo)
MC: Fue un
error de mi parte. Cierra los ojos y gírate. Me saldré.
Leonardo:
No, tú quédate. Yo me iré. Hay una llave. La dejaré para ti. Cierra la
puerta una vez me haya ido. Te dará privacidad.
Leonardo dejó de hablar. Estaba escuchando algo. ¿Yo escuché también?
Los inicios de una conversación hicieron eco profundamente en la
espaciosidad de le thermae.
(Oh, por el amor de Dios. ¡¿De casualidad decidí bañarme durante la
hora pico?!)
Leonardo:
Maldición. Mal momento. ¿Está bien?
De pronto, Leonardo se aproximó a mí.
Estiró sus brazos alrededor de mi cintura desnuda. Ahogué un chillido.
Leonardo:
No hagas ruido. Ven conmigo.
Leonardo me levantó entre sus brazos y me cargó al baño. No me quedaba
quieta…
Leonardo:
…Quédate quieta.
Nos sumió a ambos dentro del agua hasta el cuello, donde finalmente me
dejó ir y se dio la vuelta.
Justo a tiempo para voltear hacia la puerta abriéndose.
Vincent:
…Tenías razón, supongo que nadie está usándolo.
Theodorus:
No a esta hora de la noche.
(¡Suenan a Vincent y Theo! ¡¿Cómo escapamos de esto?!)
Leonardo los encaró, escondiéndome tras su amplia espalda. Tuve un
vistazo de hombros bien formados, un trazo de un largo cuello…
(Ahem. ¿¿Esto es más de Leonardo de lo que quizá estaba preparada para
ver esta noche??)
Empecé a retroceder, sólo para conseguir algo espacio para respirar en
este caliente, caliente baño.
Pero Leonardo sigilosamente alcanzó y me empujó cerca suyo. ¡Ahora
estaba incluso más cerca que antes!
Leonardo:
No te muevas o te verán.
(¡Eso ya lo sé! ¡Pero esto…!)
Miré hacia abajo. ¿Estábamos presionados cadera, con cadera…? No debí
haber hecho eso. Volví a mirar su espalda.
Theodorus:
¿Hmmm? ¿Ese eres tú, Leonardo?
Leonardo:
¿Ustedes dos bañándose a esta hora? Eso es inusual para ustedes.
Vincent:
Acabo de terminar una nueva pieza, y Theo acaba de regresar de la
galería, así que, ya sabes.
Leonardo:
Ya veo. Buen trabajo, los dos. ¿Te alcanzó la lluvia, Theo?
Theodorus:
Sí, me “alcanzó” bastante. Olvidé llevar mi paraguas. ¿Tú también
estuviste afuera?
Leonardo:
Mi compagna y yo apenas
regresamos.
Vincent:
¿Los dos salieron? Estoy un poco celoso. ¿Piensas que MC disfrutaría
ir en un picnic? Yo podría hacer sándwiches.
Theodorus:
Vincent, por increíble que sea, sí recuerdas que ella y Leonardo están
saliendo, ¿verdad?
Vincent:
…Oh, tienes razón. Lo siento, Leonardo. No quise que sonara de ese
modo.
Leonardo:
No necesitas disculparte. Creo que puedo confiar en ti con ella. Ve y
pregúntale. Además, mi pequeña cara mia
está tan ferozmente enamorada de mí que nunca tengo que preocuparme de que
nadie me la robe.
(¡¿Leonardo, tú…?!)
Theodorus:
Perro afortunado.
(Vamos, yo. Acabo de acomodar mis sentimientos MUY no-románticos por
él. No importa lo que dice. De todos modos, sólo lo está diciendo para mantener
la actuación. Sé que no es como se siente realmente)
Incapaz de moverme de Leonardo para escapar, fui forzada a escuchar ¡mientras
continuaban y continuaban y continuaban y continuaban Y CONTINUABAN! ¿Quién hubiera
dicho que los chicos podían chismear por horas en el baño tanto como las
chicas?
(…Whoa. Estoy muy… caliente… y mareada. Oh, no… He estado en el baño…
demasiado tiempo… ni siquiera puedo… decir… nada)
Ahí fue cuando me desmayé.
(Mmm… ¿qué pasó?)
Leonardo:
¿Ya estás despierta?
(¿Leo…nardo?)
No vapor. No techo alto. Después de un momento, me di cuenta que
estaba de regreso a mi cuarto.
(Me desmayé en el baño. Ugh. Mi cabeza)
Estaba cocinada de lado a lado. No podía pensar. No quería.
Leonardo:
…¿Cara mia…?
Leonardo puso una mano en mi mejilla.
¿Era eso ternura? Se podía permitir ser tierno, porque ser compagno provvisorio era divertido
para él.
¿Y cómo me sentía yo con eso? Me había prometido a mí misma justo esta
noche dejar ir más cosas. ¿No podía dejar ir esto?
(Quiero decir… Él sí me importa)
Puse mi pequeña mano sobre la suya.
Y curvé mis dedos sobre los suyos.
MC: …No
estoy ferozmente enamorada de ti…
Leonardo:
Ya sé…
MC: Ni
siquiera… me gustas…
Leonardo:
…Lo supuse.
MC: Pero…
Leonardo:
¿Hmmm?
La mano de Leonardo se sentía ligeramente cálida. No el sofocante,
vaporoso calor después del baño. Su mano simplemente se sentía agradable.
(Pero supongo…)
MC: …No me
molestaría… llegar a conocerte…
Los ojos de Leonardo se agrandaron.
(¿Pero qué… estoy diciéndole?)
Estaba a punto de desmayarme de nuevo. Dada la conversación, eso era
lo mejor.
La sensación de la mano de Leonardo sobre la mía me ayudó a deslizarme
en un profundo, profundo sueño.
…Leonardo miró a esos delicados dedos recogidos cómodamente entre los
suyos y rio.
Leonardo:
¿Qué significó esa expresión justo ahora?
Volteó hacia la ventana, donde sus ojos dorados le devolvieron la
mirada.
Leonardo:
Cara mia, eres como esta
impredecible, inescapable tormenta.
…Sfumato: el gentil difuminado de los bordes para hacer los objetos
añadidos parecer uno solo con su entorno.
¿Qué pasa cuando dos objetos se acercan tanto que cesan de sentirse
distintos…?
~Fin del capítulo 10~
[1]: Referencia
al dicho “A caballo regalado no se le ve el dentado”.
[2]: Onsen –
Aguas termales japonesas.
~Traducción por Daisy Doe~
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