Leonardo - Capítulo 12
"No eran sólo los ojos de Leonardo. Su sonrisa estaba conformada por luz dorada.
Era magnífico. Atraía a la gente a él, casi sin esfuerzo—se sentía tan fácil de amar."
MC: Fiuu.
Después del trabajo, me dejé caer en una de las sillas de la cocina.
(He tenido una abundancia de tiempo libre últimamente. Es gracioso,
pero extraño permanecer ocupada)
…No. No era permanecer ocupada lo que extrañaba. Sabía lo que le estaba
faltando a mi vida aquí.
(Leonardo no ha venido a verme desde hace un tiempo. Sólo me había
estado jalando antes porque estaba tratando de apartar mi mente de mis
preocupaciones)
Pero cuando cerraba los ojos, esos días agitados acudían a mí instantáneamente.
Leonardo: ¡Hey,
cara mia!
Escuché su encantador saludo, en mi memoria solamente.
(Cielos, ahí voy, distrayéndome con él de nuevo. Creo que es porque
desapareció justo cuando estaba deseando conocerle mejor. Es por eso que me
estoy sintiendo tan inquieta)
Había un tazón de manzanas sobre la mesa. Leonardo mencionó que le
gustaban—
MC: …Y de
todos modos dijo que debía ir a él.
Rebané una manzana, la acomodé sobre un plato, y la cargué al cuarto
de Leonardo. Fue en ese momento que escuché el sonido de pisadas ligeras.
MC: Oh,
Arthur.
Arthur: ¡Hermosa
noche, MC!
MC: ¿Estuviste
afuera? Bienvenido de regreso.
Arthur: No sólo
estuve afuera, ¡la pasé de lo mejor!
MC: …¿Puedo
preguntar por qué?
Arthur: Esa
dulce faldita y yo tuvimos una maravillosa tarde juntos, y tenía un sabor
divino. No hay nada como una bebida fresca.
Repentinamente me fue recordada la “costumbre” de Arthur de salir de
noche, buscando sangre…
…Y cómo Arthur me había asustado a tal grado que casi me fugué de la
mansión por el miedo.
(Lo conozco lo suficiente para saber que no bebería de los que no
quisieran—o sea, yo. Y se disculpó hace un tiempo)
Pero cuando vi la sangre en sus labios, mi mente empezó a divagar.
(¿Cómo funciona todo eso?)
MC: Arthur,
¿puedo preguntarte algo?
Arthur: Sería un
placer.
MC: Estas
chicas de las que bebes su sangre-- ¿realmente están de acuerdo con que hagas
eso?
Arthur: En
cierto modo. No digo que soy un vampiro. Nadie afuera de la mansión puede
saber, ¿sabes? Acerca de ninguno de nosotros.
Parte 2
MC: Sí,
puedo ver por qué sería un secreto.
Arthur: Sin
duda. Pero si nuestra existencia se hiciera conocida, una turba furiosa bien
podría lanzarse sobre la mansión.
(…Esa es una clara posibilidad)
Mi primera reacción había sido de shock y temor.
Temor a lo desconocido. Un temor muy humano.
La precaución tiene su papel en la supervivencia. Pero el
conocimiento, estaba aprendiendo, es mejor que vivir en ciego miedo.
Arthur: No luzcas
tan preocupada. Hago un gran trabajo manteniendo el secreto, sabes.
MC: ¿En
serio?
Arthur: Todo
está en el foreplay[1]. En la agonía
de la pasión, acceden a la “pequeña mordida” de un amante. La mordida de un
vampiro es bastante placentera. Prácticamente sin dolor. Y sólo la más pequeña
de las marcas cuando despiertan, que se desvanece rápidamente—
MC: …Retiro
mi pregunta. No quería saber tanto.
(Todo lo que necesitaba saber era que no íbamos a enfrentar turbas
furiosas con antorchas próximamente)
Arthur: ¡No
suenes tan victoriana! Aunque Leonardo y tú estén sólo pretendiendo, estoy
segura de que te has conseguido algún desliz o dos.
MC: ¡Por
supuesto que no!
Arthur: ¿En
serio? Qué inesperado.
MC: Para ti,
tal vez. No comparto tus ideas.
Ruborizada, di un paso atrás y tuve que reacomodar la bandeja que
llevaba.
Arthur me observó con curiosidad.
Arthur: Si me
miraras a mí de la forma en la que lo miras, no estoy segura de que pudiera
resistirte…
MC: ¿De qué
estás hablando?
(¿La forma en la que miro a Leonardo--?)
Arthur: ¿No te
das cuenta? Cuando miras a Leonardo, tú—
Arthur deslizó su pulgar por mi mejilla. Frunciendo el ceño, di otro
paso atrás, sosteniendo la bandeja defensivamente frente a mí.
MC: Arthur,
deja de jugar y dime.
Arthur: ¿De
verdad quieres saber?
MC: Sí,
Ahora dilo.
Arthur: ¿Qué tal
un intercambio, mejor? Me das algo, y yo te daré tu información.
MC: ¿Qué es
lo que quieres?
Arthur: Bueno,
acabo de terminar una buena bebida, pero no me quejaría de una agradable última
copa antes de dormir.
Hizo a un lado la bandeja como si fuera papel, y acercó sus labios a
mi cuello.
MC: ¡Disculpa--!
Alguien agarró a Arthur con una velocidad imperceptible y lo apartó de
mí. Casi en ese mismo instante, un brazo me envolvió.
Leonardo:
¿Qué estás haciendo con mi compagna…?
Parte 3
MC: ¿Leonardo?
La voz de Leonardo tenía un poderoso matiz gélido que nunca le había
escuchado antes.
Me sostuvo desde sus espaldas. No podía ver su expresión. Pero imaginé
que encajaba con su tono.
Leonardo:
…Dime, Arthur.
Arthur: Nada en
absoluto. Sólo estábamos teniendo una charla. Siento que no fuera algo más
atrevido.
Leonardo:
Te creo. Esta vez. Pero esa excusa no funcionara de nuevo. Ven
conmigo, cara mia.
MC: Está
bien.
…Arthur se acomodó su chaqueta arrugada mientras Leonardo y MC se
iban. Sonrió socarronamente.
Arthur: Leonardo
es bastante eléctrico cuando se enoja. Supongo que esa es la diferencia entre
una pobre copia y el verdadero.
[…]
…Leonardo seguía sosteniendo mi mano cuando cerró la puerta de
dormitorio.
MC: Arthur
sólo estaba jugando.
Leonardo:
Lo sé. De todos modos necesitaba una advertencia.
Leonardo descansó su mano sobre mi cabello.
Leonardo:
…Justo como una cierta indefensa chica, siempre causándome problemas.
No puedo ser tu niñera siempre, corderita.
MC: ¡No me
trates como una niña!
Leonardo:
¿No es eso lo que una niña diría, cara
mia?
Regresar a nuestras replicas habituales ayudaron a desvanecer mi
alarma anterior.
(Era como una persona distinta, cuando se enoja)
Pero el Leonardo riendo conmigo justo ahora era reconfortantemente
familiar.
(¿Fue todo eso un show para conseguir que Arthur se apartara?)
Leonardo:
Dime, cara mia, ¿a dónde
ibas?
Esos ojos me atraparon en sus luces.
(No tiene sentido ocultarlo--)
MC: Iba
camino a aquí. Pensé en venir a verte.
Parte 4
Leonardo:
¿A mí?
Mi corazón estaba martillando. De pronto, temí que pudiera salírseme el
qué tan solitaria había empezado a sentirme.
(Vamos a tratar de nuevo)
MC: No has
estado viniendo a recogerme después del trabajo. Es decir, sé que estabas
haciendo eso para mantenerme ocupada, para que no me sintiera sola—Como sea,
podrías decir que ¿me acostumbré a eso? Y ahora, me quedé preguntándome a donde
fuiste.
Silencio. Silencio asombrado.
(¡No, no esto tampoco! Soy escritora. ¡Usa mis palabras! ¿Qué quiero
decirle realmente?)
MC: Leonardo,
yo—
Leonardo:
Je. Así que, ¿trajiste una manzana como regalo?
Al contrario de mí, Leonardo se encontraba relajado. Calmado, con una
sencilla sonrisa en su rostro.
MC: ¿Qué es
tan divertido?
Leonardo:
Nunca hubiera pensado que resultaras ser alguien que le gustara ser
arrastrada por todos lados en mis deberes. Lo recordaré de ahora en adelante. Grazie por esto.
Asintió hacia el plato de trozos de manzana y tomó uno con una
sonrisa.
(…Pero no eran los deberes lo que extrañaba)
De todos modos, no estaba lista para decir eso todavía.
(¿Qué estoy lista para hacer? ¿Cuál era mi plan después de darle las
manzanas? ¿Encontrar algo de qué hablar?)
Sentí que mi tiempo límite para encontrar un tema de conversación se
estaba agotando rápidamente—
???: Miau.
(“¿Miau?”)
Provino de debajo de la cama. Miré hacia abajo.
Una sombra se deslizó afuera. Un pequeño gato, de pelaje negro como
una noche sin estrellas, se sentó en frente de la cama y alzó la mirada hacia
mí.
MC: ¿Desde
cuándo hay un gato ahí?
Leonardo:
Desde hace un tiempo. ¿Esta es la primera vez que lo ves?
Le tendí mi mano al gato. Restregó su mejilla contra ella. Cuando lo
acaricié, su cola se movió de atrás a adelante con gusto.
MC: ¡Es tan
lindo!
Leonardo:
¿Lo es? Los gatos caseros son una obra de arte en tamaño y forma. La
culminación evolutiva del felino.
(Esa es ciertamente una manera única de decir “son lindísimos”. Nunca
lo había escuchado hablar tan apasionadamente antes. Debe amar a este pequeño
gato)
MC: ¿Cuál es
su nombre?
Leonardo:
…¿Gato?
(…¿Gato?)
MC: No
escuchaste mi pregunta, ¿verdad?
Leonardo:
…No le he puesto un nombre, ¿de acuerdo?
MC: ¿No?
Parte 5
(Pobrecito sin nombre. No te preocupes. No dejaré que termines como el
protagonista de “Soy un Gato”, de Soseki Natsume)
MC: Así que,
¿lo conseguiste recientemente?
Leonardo:
No, lo recogí hace como dos años atrás.
MC: Después
de que despertaste en este tiempo, ¿verdad?
Leonardo:
…Estaba tomando el camino largo de regreso del trabajo, cuando lo
encontré.
Leonardo recogió al gato entre sus brazos. El gato sin nombre lucía
perfectamente contento.
Leonardo:
Su antiguo dueño acababa de ser enterrado. Y él estaba sentado ahí, mirando
la tumba. Esperé a que la procesión funeraria terminara, pero nadie lo notó o
lo reclamó. Así que le hice una oferta.
MC: ¿Qué le
ofreciste? ¿Comida y refugio?
Leonardo:
No, es un secreto entre nosotros, sujetos rudos. Scusa, cara mia, pero no puedo contarte ni siquiera a ti.
…¿Gato?: ¡Miau!
MC: Jajaja.
¡Muy bien, sujetos rudos! No me meteré en sus secretos masculinos.
Leonardo me dedicó una sonrisa.
Leonardo:
Con el tiempo, llegué a encariñarme de verdad. Nunca supe cuál era su
nombre original. Probablemente le fue dado con amor y mucho cuidado. Eso es lo
que los padres hacen… O eso he oído.
La solitaria mirada de Leonardo estaba fija en algo que no podía ver.
¿El pasado, tal vez?
(He visto esa mirada en sus ojos antes)
Había mirado a la gente de la ciudad de la misma manera.
(¿En qué está pensando Leonardo cuando tiene ese distante anhelo en
los ojos?... Desearía que no luciera tan triste)
No tenía curiosidad de qué había causado que sus ojos dorados se
opacaran. Ahora, sólo quería que sonriera.
Incluso si significaba que iba a molestarme de nuevo, sentí la
necesidad de ver a Leonardo reír y esbozar una sonrisa.
MC: ¿Qué tal
“Lumière”? Significa luz. Si lo encontraste aquí, probablemente es francés,
¿no?
Leonardo:
¿Lumière?
MC: Sí. Mira
sus ojos. Son de este brillante, color dorado, como orbes de luz de sol. Tienes
el mismo color de ojos, sabes.
Leonardo:
¿Mis ojos--?
MC: Como
dijiste, tengo el hábito de observar a la gente. Hay una luz en tus ojos. A
veces, tienes que esforzarte para verla. Lumière es sólo una sugerencia, claro—
Leonardo:
Es una buena sugerencia. Le llamaré así.
MC: ¿De
verdad?
Leonardo alzó al gato hasta que estaban nariz a nariz; le sonrió.
Leonardo:
¿Escuchaste qué lindo nombre te dio mi compagna? Creo que se desperdicia en ti… Pero no debería decir eso,
dado que ella dice que tenemos los mismos ojos. Supongo que los dos tendremos
que ponernos en forma, Lumière.
Lumière: ¡Miau!
No eran sólo los ojos de Leonardo. Su sonrisa estaba conformada por
luz dorada.
Era magnífico. Atraía a la gente a él, casi sin esfuerzo—se sentía tan
fácil de amar.
Ese pensamiento se sintió como una aguja en mi pecho.
MC: …No
necesitas ponerte en forma o hacer nada especial para cumplir mis expectativas.
Leonardo:
¿Cara mia?
MC: Tienes
un resplandor natural. Lo veo en todo lo que haces. Eres hermoso, tú—
Ya había dicho demasiado.
(…Oh, cielos. ¿Pero qué estoy diciendo?)
MC: Y para
que sepas, quiero decir eso en general. Así que no tomes nada como si—
Leonardo:
¿Hey, cara mia?
Las manos de Leonardo rozaron mi mejilla; sus largos dedos se movieron
delicadamente sobre mí, como grabando mi figura en su mente.
Notas:
[1]: Jugueteo previo a las actividades XXX.
~Traducción por Daisy Doe~
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